Mucho había evolucionado la tecnología de Torres Quevedo desde su primera patente relacionada con dirigibles, presentada en Francia en 1902, pero su principal preocupación seguía siendo la misma: la estabilidad de las naves. Su ingenioso sistema de armadura interior fue toda una revolución, tanto es así que sus dirigibles parcialmente rígidos fueron imitados por doquier. Toda aquella inventiva encontró buena acogida por parte del gobierno español. En 1904 se había creado el Centro de Ensayos de Aeronáutica, dependiente de la Dirección General de Obras Públicas, a medida de lo solicitado por el propio Torres Quevedo. Ahí nacieron sus patentes sobre globos dotados de tirantes a modo de esqueletos que ofrecieran rigidez a los contenedores de gas. El primer ensayo de una nave de este tipo se llevó a cabo el 12 de septiembre de 1907 con gran éxito. Se trataba del Torres Quevedo Nº1, dirigible de tres lóbulos dotados con dos motores que realizó sus primeras pruebas sobre Guadalajara y que es considerado como el primer dirigible español. A este modelo se siguió un segundo aparato, el Torres Quevedo Nº2, que vino a servir como máquina de demostración de diversas innovaciones que sobre la marcha y con la práctica iban añadiendo Torres Quevedo y Kindelán. Sin embargo, la colaboración entre ambos terminó de mala manera en 1908, tras varios choques personales, rompiéndose la buena relación que habían mantenido hasta entonces
A pesar del éxito de Torres Quevedo fuera de nuestras tierras, no prosperó una industria nacional de dirigibles. Sin embargo, sí se contó con un dirigible que llegó a alcanzar cierta fama en su tiempo, se trató del España. Fue un prototipo de dirigible que combinaba las ventajas de los globos flexibles con las de las naves rígidas. Al igual de el Zeppelin muchos años más tarde, el España llamó mucho la atención de las gentes que lo vieron volar sobre Madrid.
Comentarios
Publicar un comentario